Aunque seguimos fieles a nuestra idea de evitar los aviones, la mejor manera de hacer los casi 1000 kilómetros de selva entre Mandalay y el norte de Thailandia es volando. Se nota que ya hemos llegado a este acogedor país desde que pisas el aeropuerto, los trámites de entrada son muy rápidos y los españoles no necesitamos sacar visado.
Chiang Mai es la cuidad más grande del norte de Thailandia y también el centro turístico de esta área por excelencia. En el centro y formando una cuadrícula perfecta está la Old City una zona amurallada herencia de cuando fue capital del reino Lan Na perteneciente al famoso reino de Siam. Tiene una curiosa distribución con canales de agua por todas partes que distribuyen desde el caudaloso Ping River que recorre de norte a sur la ciudad.
Elegimos un alojamiento boutique barato aunque algo apartado del centro. Los precios han subido y mucho desde mi primera visita a este país hace unos 10 años. Es normal, hoy este país es el destino turístico por excelencia del Sudeste asiático. Aquí todo es fácil de hacer y de conseguir pero tiene ya su precio en bats, la moneda local. Eso sí, la comida está riquísima, prueba el Khao Soi y el Pad Thai y por supuesto la cerveza Shinga.
Las calles del centro son un inmenso mercado tanto de día como de noche. Para llegar a ellas cogemos el transporte local, aquí cambiamos nuestro habitual tuk tuk por unas camionetas rojas que compartes con otros clientes, tan solo tienes que subirte y le indicas la dirección, el precio es fijo por zonas.
En la noche estos mercados callejeros esconden rincones con una magia encantadora y sobre todo nuestra favorito, el Street Food, una sola calle con puestos de comida local. Aquí puedes probar la deliciosa cocina thai, y también multitud de cosas exóticas como escorpiones encebollados o cocodrilo a la plancha, aunque todo esto lo hacen más para curiosidad de los turistas que por otra cosa.
En lo alto de la montaña y oteando todo el valle que rodea la ciudad está la impresionante estupa Wat Phra That Doi Suthep. Es muy recomendable hacer una visita guiada de noche cuando no hay gente. Unas escaleras interminables custodiadas por dos dragones te llevan a una plaza llena de pagodas y murales budistas. Con las luces artificiales el dorado de los monumentos es una gozada para los sentidos. En lo alto esta The Mediation Area, un lugar pensado para la meditación y desde el que se tienen unas impresionantes vistas de la ciudad.
Te recomiendo el esfuerzo de madrugar y levantarte a las 5 de la mañana para volver a ese mismo lugar pero ahora para ver amanecer. Sobran las palabras y es mucho mejor recordar este momento tan especial dando gracias por tener el privilegio de haber visitado este lugar.
Dentro de la ciudad hay muchos templos pero yo te destacaría uno en especial que está junto a la puerta oeste de entrada y es el Wat Phra Singh. El templo tiene una entrada preciosa, al entrar te quedarás boquiabierto con los techos y el Buda que preside en el fondo. A la derecha veras unos monjes sentados y meditando en posición de loto. Tendrás que acercarte y mucho para darte cuenta que están hechos de cera. Pero el lugar que más nos sorprendió a nosotros fue la parte posterior del templo, es un jardín muy cuidado en el que ves una estupa hecha de piedra, muy vieja y fértil por el musgo que habita en ella, y custodiada por numerosos elefantes a su alrededor.
El elefante es el animal más querido y famoso en este lugar. Tradicionalmente se usó como animal de carga y también en la guerra, recordemos que el poderoso ejército del gran Alejandro el Grande sucumbió ante el emperador de Siam y su ejército de elefantes. Hoy estos enormes pero simpáticos animales no se sabe muy bien donde ubicarlos y el gobierno ha fomentado un excelente plan de integración en granjas donde los turistas pueden convivir una jornada con ellos dándoles de comer y bañándote en el río con ellos. Os aseguro que me estoy emocionando de recordar este día al escribir estas líneas. Tenéis que vivir esta experiencia y seguro que los veréis de otra manera, con sus 3500 kilos de peso ( pesan 1000 kilos menos que el africano ), son todo ternura en el momento que te pones a embarrarlos y jugar junto a ellos. Aquí aprendimos que para montarlos además de la molestia que les supone, hay que obligarlos y amaestrarlos por lo que nos hemos prometido nunca más subirnos encima de estos adorables animales. He leído que el Elephant Nature Park figura como un centro de recuperación pero en realidad adiestran a los animales, así que lleva cuidado e infórmate, yo te recomiendo vayas a una granja, como dije antes, nosotros estuvimos en Hug Elephant Sanctuary y fue una experiencia 10.
A unos 80 kilómetros al noroeste de Chiang Mai está el espectacular Doi Inthanon National Park, una visita a las montañas frontera con Myanmar y que vale mucho la pena visitar. Llévate una chaqueta que la temperatura nada tiene que ver con la ciudad de Chiang Mai. Lo primero que veras son los dos templos uno frente a otro y en lo alto de dos escalinatas. Son muy modernos, se construyeron para conmemorar la coronación del actual rey, uno en su honor y el otro en honor a su esposa. Ni que decir tiene que el de la esposa es mucho más cuidado y bonito, rodeado de preciosos jardines y con un mirador de todo El Valle espectacular.
En lo alto del puerto puedes coronar la altura más alta de todo Thailandia, la colina alcanza los 2.565 metros y puedes hacerlo teniendo solo que andar unos pocos metros desde donde te deja el transporte. Me viene a la memoria alguna de las cumbres provinciales que he hecho en España con mis amigos del CAE y que nos hemos «apuntado» casi desde el coche sentados, jejeje. Algunas nos han costado mucho hacerlas, así que no viene mal cuando te toca una fácil.
Hay un lugar muy divertido junto al Night Market y el Shangri La Hotel, se llama Art in Paradise. Se trata de una sala que te pasea por diferentes lugares del mundo y en donde gracias a una aplicación móvil puedes crear una animación tuya en 3D. No olvides llevar el móvil cargado y alguien que te acompañe para hacerte las fotos y los vídeos.
Aquí termina nuestra etapa en Chiang Mai, un lugar donde la vida va despacio, la gente es tranquila y todo es fácil de encontrar y de hacer. Los semáforos duran a veces 5 minutos pero nadie se enfada, manifiestan una paciencia envidiable. Nadie corre, ni para servirte ni para atenderte, se toman su tiempo. No se porque decimos en occidente que el tiempo es oro. El tiempo no es oro, es Vida, que es muchísimo más que oro. Es una oportunidad de aprendizaje, de conocimiento de otras culturas y pueblos, de experiencia, de entrega, de amor. Del mismo modo no es lo mismo existir que vivir. Como decía Neruda, «no vive aquel que no se arriesga, que no cambia lo desconocido por lo conocido…». Machado afirmaba, también en su sabiduría, que «solo de necio es confundir valor y precio». Y los humanos solemos hacerlo continuamente y así nos va. El oro tiene precio, pero la vida y cada instante tienen un valor infinito. ¿Estamos creando las circunstancias para hacer de nuestra vida y de la de nuestros seres queridos una suma de instantes maravillosos?.
Acabo esta publicación con una motivadora frase de Mario Beneddeti: «Algunos finales no avisan. Por eso, vive siempre como si todo fuera un principio».
A Dream
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