ALASKA

Tengo una especial fijación por las fechas de los equinoccios y los solsticios. Casi siempre elijo si puede estas fechas para iniciar mis viajes. El 21 de septiembre de 2008, equinoccio de otoño, estaba volando a Anchorage la capital de Alaska vía Madrid y Seattle. Este viaje fue un homenaje sobre todo a mi padre que falleció en abril de ese año y a mi prima María Aurora que la perdimos en Julio de ese mismo año. Por ella me despedí de mi familia diciendo que iría a ver a la Aurora Boreal en la boda de mi sobrino Francisco Antonio.

La llegada a Anchorage, la capital del estado de Alaska ha sido magnífica, he podido ver desde la ventanilla del avión los espectaculares paisajes naranjas y amarillos de la llanura entre las imponentes montañas Chugach y las aguas del lago Cook Inlet. Es una ciudad grande de estilo rural norteamericano que se ha convertido en el centro de la economía y el comercio de la región, pero conservando su naturaleza salvaje. Hay muchos hoteles y restaurantes y yo me hospedé unos días en el Marriot mientras preparaba mi ruta.

Antes de ir hacia el norte, quise visitar la Seward y conocer la Península Kenai. Hice un mini crucero por el golfo y vi ballenas, orcas, focas, elefantes marinos, puffin que son preciosos pájaros de pico naranja, águilas e incluso osos nadando por las frías aguas. Mientras todos los turistas se volvían para Anchorage yo decido hacer noche allí y conocer a la gente del lugar. Tomé cerveza en el bar más viejo de EEUU según dicen el “Yukon Bar”, típico bar de carretera donde estuve también bebiendo whiskey con lugareños. Vuelvo al hotel yo solo por calles desiertas y oscuras y no negaré que pasé algo de miedo.

Al día siguiente visité el espectacular centro de visitantes de vida marítima y después almorcé un delicioso halibut, nuestro fletán, y una pata de king crab, el cangrejo real con un buen Chardonnay que aquí traen del valle de Napa en California. Un pequeño homenaje de comer y beber que me falta me hacía.

Desde Anchorage hice el tour en hidroavión por el Monte Mckinley, sobrevolando la montaña más alta de América del Norte y a lo largo de la lengua de glaciar más grande que he visto en mi vida. Yo ya conocía el tour por el Monte Everest que hice en el Nepal, pero este piloto que nos iba a llevar tenía una pericia y una destreza que no se puede comparar y que hicieron una aventura única pasando por desfiladeros y haciendo piruetas en el aire incluso amerizó en un pequeño lago al pie de la montaña, el lago Wonder. Increíble es poco para definirlo.

El viaje hacia el Norte lo hice en el mítico tren Azul con la banda amarilla y que tantas veces había visto en fotos. Me encanta el tren. Y este me enamoró. Además, empecé el trayecto al norte en Otoño y como las estaciones cambian rápido cuando volví a las dos semanas era Invierno y todo estaba nevado. 

La primera parada es Talkeetna donde me bajo del tren para pasar un par de noches y conocer el Denali Park en las Montañas Rocosas y tener mi experiencia pescando truchas en el río. El tour de pesca es en el Tri river y subimos río arriba en un jet boat que alcanza los 80 Km con fuertes corrientes y viendo por el camino a pescadores que han dormido en carpas, eso sí, provistos de armas porque no hay nada que más le guste al oso que el pescado fresco. Me cuentan que se quedan por allí con víveres durante dos semanas y luego suben a buscarlos y a recoger la pesca que han hecho. Al día siguiente recorrí el parque Chugach State en Denali con guías de la zona; es otoño pero Winter’s coming y se nota.

Y llegó mi primera aventura “Into the wild” esta novela de Jon Krakauer que me inspiró en mi viaje aquí. cuenta la historia de Chris McCandless, un tipo de familia rica que renunció a sus posesiones y estuvo viajando sin dinero por toda América, buscándose la vida con pequeños empleos y viviendo en la naturaleza. Acabó en Alaska y se aventuró a pasar un Invierno solo en uno de los lugares más salvajes de la Tierra. Vivió en un autobús abandonado a merced de lobos y osos y alimentándose de bayas y de lo poco que cazaba. Al final murió intoxicado y yo quise visitar el lugar donde vivió y murió este intrépido aventurero.

Nosotros, mi guía paraguayo y yo quisimos tener aventura pero menos peligrosa. Alquilamos una cabaña cerca del Eklutna lake adonde llegamos después de 3 horas de caminata por bosques y vadeando ríos. Como Rodrigo no tiene armas compramos dos bocinas que aquí llaman anti osos, son dos trompetas como las de los aficionados al fútbol que se supone que si tienes un encuentro tocando la bocina lo ahuyentas. Afortunadamente no lo tuvimos que emplear, aunque si vimos algún oso a larga distancia. Recogimos leña para pasar la noche y escuchamos muchos animales salvajes en una preciosa noche estrellada. Visitamos al día siguiente a primera hora el Mirador Bold Creek View y desde allí coronamos el pico este de los montes gemelos Twin Peaks y de vuelta a la cabaña con el deber montañero cumplido. Espectacular día y aun mejor noche, pero de momento nada de auroras, luces del norte. De vuelta al lago vi mi primer moose o alce americano, una especie de enorme caballo con cuernos que impresiona y mucho la primera vez que lo ves.

Otra vez vuelvo a coger el tren para seguir dirección norte, las vías ya están nevadas y hemos dejado atrás el otoño en Talkeetna. Adoro viajar en tren, pero es que con estos paisajes y este tipo de tren es difícil que no te guste la experiencia. Fairbanks no es una ciudad bonita así que solo me quedo una noche hasta el día siguiente que coge el transporte terrestre para subir a Cold Foot y cruzar el círculo polar ártico. La carretera es la mítica Dalton Highway, una carretera helada sobre las extensas llanuras de tundra. Nuestro coche es una van con ruedas de clavos para nieve que se mueve con seguridad y confort. vamos 8 personas entre pasajeros y conductores. Hay algunas postas de parada para calentarse con bebidas y tomar provisiones y combustible ya que hay muy pocos puntos civilizados en el trayecto. Me sorprendía mucho la pericia y fortaleza de los conductores que llevan mercancías sobre todo tuberías para el oleoducto, los ves bajar del camino de 4 ejes y llevan puesta una camiseta y unos guantes, pero no para el frío sino para mover las cadenas de las ruedas. Tipos duros, durísimos.

Coldfoot que me lo imaginaba muy esquimal, resultó ser un poblado con lo que parecían contenedores puestos uno al lado del otro. Eso sí, muy confortables y cálidos por dentro. la gente al anochecer se junta en el fuego del campamento central a contar historias y a comer carne de ballena, que probé y no me gustó, demasiado dura.

Desde allí cruzamos en coche las Montañas Brooks un puerto muy peligroso al que el que sube ha de dar preferencias al que baja, todos llevan emisoras y se avisan ya que en las bajadas hay mucho peligro de derrapar incluso con las ruedas de nieve y las cadenas. Nuestro destino era el pueblo de Wiseman y la cabaña de un cazador llamado Jack Rejoff que se ofrece para hospedar a turistas que subimos a ver las luces del norte, las auroras boreales. Jack nos explica por la noche lo dura que es la vida en este inhóspito lugar ártico y después de pasar dos noches sin éxito esperando ver las auroras, nos volvimos para Fairbanks en avioneta. Las luces del Norte se pueden ver con tres condiciones entre otras: que haga mucho frío, que esté despejado y que venga el viento del norte. No tuvimos suerte. Las auroras me tendrían que esperar hasta que fuí a Islandia un año más tarde.

En Fairbanks pasé un día con los amigos del grupo del norte tomando baños termales en las Hot Springs. De vuelta a Anchorage pasé mis últimos días pescando con Rodrigo en el Kenai River y visitando Summit lake y el pueblecito de Palmer con mi amiga Dana. La conocí en el tren desde Talkeetna a Fairbanks, ella es ingeniera de bosques e iba a trabajar al Denali Park y me pasé a visitarla a mi vuelta de la aventura polar. Cenamos en Sack ́s una deliciosa pata de cangrejo y luego nos fuimos a bailar a Cookies Charlie ́ s. Los amigos Rodrigo y Arturo me acompañan al aeropuerto para despedirme al día siguiente y acabar así mi aventura con ellos.

La mejor manera de llegar a un tren es perder el anterior. Chesterton.

Cuando emprendes un viaje debes rogar que sea largo. Ulises, Viaje a Itaca

www.elviajerotriton.es

José Andrés.

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