EL VIAJERO TRITÓN

La vida no es muy larga. ¿Cuánto viviré me preguntaba?. ¿70 años?. ¿Tal vez 80?. Al final me dí cuenta que no debía de perder el tiempo en estos pensamientos desperdiciando la posibilidad de completar mis Conocimientos sobre este Mundo que tengo la suerte de poder disfrutar. La vida debe tener un propósito y yo he de saber cuál es el mío. El mío es Viajar. Viajar para conocer el mundo y comprenderlo mejor y entender así mejor a la humanidad, a los distintos pueblos que lo habitan. Yo me siento rico, rico en vivencias e impresiones, porque no hay mayor pobreza en esta vida que la ausencia de conocimientos. Estoy convencido que a este mundo hemos venido con dos misiones: pasarlo bien y aprender cosas.

El célebre Mark Twain lo dijo mucho mejor que yo: “… los dos días más importantes en tu vida son, cuando naces y cuando descubres para qué.”.

Si quieres aprender lo primero que has de hacer es desintoxicarse de todo el adoctrinamiento infame de las escuelas y de la propaganda de políticos a través de los medios de comunicación que controlan, para llegar al punto cero y de allí empezar a crecer. Al viajar se respira pureza, vas sin máscara, sin pretensiones ni expectativas, con maneras simples, mostrándote tal cual eres y confiando en las gentes que tu intuición te aconseja. A veces te equivocas, pero como me repito continuamente: unas veces se gana y otras se aprende. Mi meta es aprender, buscar la serenidad y la paz interior y convertirme en un monje de ciudad.

El tesoro es la búsqueda, el camino es el tesoro y lo más valioso que aprendes es a amar todo aquello que tiene vida, incluso lo que crees que no tiene vida. Puedes sentir una conexión especial con el reino mineral.

Un país solo lo has visitado de verdad si puedes dar una clase de una hora sobre él, dice el famoso viajero Babis. Viajar es salud mental, conocimiento y sabiduría. Es el agua de la vida. Es un libro. Tú interpretas y ves el mundo con una mirada limpia y clara. Y lo hace de forma automática e inconsciente. Te sientes mucho más lleno de ti mismo. Sientes que ya no quieres riquezas solo quieres viajar hasta que tus ojos se cierren para siempre.

El viaje es la gente que conoces y no los paisajes. Un paisaje sin gente es un vasto desierto sin alma ni esencia. Cuantas más manos estrechas y más sonrisas intercambias con la gente local, más te acercarás a la esencia del viaje. A veces me pregunto si viví bien o desperdicié el tiempo de vida que me fué regalado.

No hay un camino mejor que otro más se debe aprender a encontrar el propio. Con frecuencia hay que probar, tropezar una y mil veces. Si en el transcurrir del tiempo el Camino del Viajero te produce remordimientos de conciencia y tu corazón se aflige por sentirte lejos de tus progenitores y demás seres queridos, es señal inequívoca de que proseguir constituiría un error y debes rectificar. Pero si te llena de satisfacción interior ¡Sigue su estrella!  ¡Es apasionante, como un bello cuento!

Todo está en los viajes. Los viajes son magnánimos aun de manera pasiva, pues ayudan a desintoxicarte de toda manipulación que te obstaculiza ver más allá. Puedes utilizar los viajes simplemente para contemplar las maravillas de la naturaleza y las obras del hombre, o admirar extasiado el apasionante mundo de las plantas y los animales, y hasta experimentar aventuras extraordinarias en lugares remotos y exóticos conociendo a gente inusual. Pero también puedes aspirar a crecer interiormente si sabes donde indagar. Si eres selectivo en tu búsqueda y no te distraes en demasía, comprender qué haces en este mundo será un juego de niños.

El Camino del Viajero no es para todos, y es bueno que sea así; la Naturaleza acaba situando a cada uno en su lugar. Muchos lo inician con furor arrebatador, pero apenas algunos lo concluyen felizmente, y de entre esos pocos raros son aún los que asimilan sus valiosas enseñanzas y las incorporan a su ser. Si tú descubres que el Camino del Viajero es el apropiado, te deseo desde lo más profundo de mi alma todas las albricias del mundo que merece tu osada empresa. Pero recuerda que no sólo de Viaje vive el hombre; el Viaje es sólo un instrumento del cual habrás hecho un uso supremo cuando lo trasciendas, cuando extraigas magia y poesía en lo cotidiano y ames todo cuanto respira, entonces más que un viajero te sentirás un monje peregrinando por su querido templo, el planeta Tierra, y viajarás aun sin viajar, rezumando baraka. Sólo entonces experimentarás la necesidad imperiosa de transmitir de manera sabia, con ternura y comprensión, tus conocimientos.

Según una conocida fábula oriental, un barquero ha de cruzar al otro lado del río una col, una cabra y un lobo, sin que el segundo se coma al primero ni el tercero al segundo, pudiendo llevar en su barca en cada viaje una sola cosa. Si el hombre, como el barquero, logra vivir armoniosamente con esos tres elementos dentro de sí evitando que se devoren mutuamente: el cuerpo, los sentimientos y la mente, la propia acción del tiempo le convierte finalmente, de manera natural, en un hombre completo, y entonces la búsqueda del “nirvana” y de Dios deja de ser importante.

La vuelta al mundo es el viaje más perfecto que existe. No hay duda de ello. Hay algo mágico detrás; es la sensación de abrazar la Tierra de un extremo al otro y de participar en su dinámica. Por otra parte, bien hay que esforzarse por realizar cosas bellas en la vida; es una ley. Y dar la vuelta al mundo es algo bellísimo.

Lo ideal es emplear un mínimo de un año en completarla, más nadie que la realice, aunque solo sea en ochenta días, volverá a ser el mismo, ya que, en cierto modo, las vueltas al mundo son viajes iniciáticos, viajes de aprendizaje sobre uno mismo y de reconocimiento físico del planeta donde hemos nacido.

Parece más “natural” comenzar la vuelta al mundo hacia el Oriente, a la inversa del movimiento de rotación de la Tierra, aun cuando te asalte la grata impresión de que has “ganado” un día a mitad de vuestro periplo. Las razones son varias; una de ellas es la económica, por los mejores precios de los boletos de aviones que vuelan desde América a Europa, y de Asia a América, que al contrario. Otra es por la sensación de ir en busca del sol.

Sin embargo, es perfectamente factible (aunque más heterodoxo) dejarse llevar por la inercia del planeta y comenzar hacia el Oeste.

Si es cierto lo que afirmaba el escritor cubano José Martí (que seguro lo plagió de otros) de que para llegar a ser un hombre (o una mujer) completo (a) son necesarias tres condiciones, a saber: plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Yo añadiría una cuarta, dar la vuelta al mundo.

Plantar un árbol desarrolla tus sentimientos y, por añadidura, te lleva a amar la naturaleza, a ser tierno con los animales. Escribir un libro desarrolla tu mente. No importa que no te lo publiquen, pero hay que escribirlo, o al menos abrir un blog de viajes en Internet con tus experiencias viajeras para ayudar a otros viajeros. Tener un hijo es lo más maravilloso del mundo, tanto para el padre como para la madre. Además, desarrolla tu vida sexual y tu esencia, cumpliendo con los designios de la Madre Naturaleza.

Dar la vuelta al mundo, viajando conscientemente, desarrolla todos tus sentidos al unísono, los sentimientos, la mente y tu cuerpo físico. 

El último día de tu vida no te puedes llevar nada contigo, solo aquello que hayas dejado, tu amor, tu sabiduría, tu comprensión y tu serenidad. Hoy que parto de viaje tengo en mi mente a mi querida tía Remeditos que murió este pasado año en Abril. Nos deja su ejemplo, su dignidad, su sabiduría, su serenidad, su gratitud, su humildad y en definitiva su actitud. Gracias por enseñarnos tanto y compartirlo con nosotros. Te amaré siempre y estarás en mi memoria y en mis recuerdos acompañándome en mi camino junto a mis padres y todos nuestros antepasados.

Me viene a la memoria algo que aprendí de la filosofía zen: Nunca te despidas de forma casual, puede ser la última vez que lo hagas, hazlo como debes y como se debe vivir cada instante, los japoneses lo llaman ichigo-ichie, cada encuentro es un instante y es único e irrepetible. Siempre hemos de hacer una buena despedida, intensa, profunda y sincera y jamás irnos a la cama sin haber solucionado y perdonado cualquier discusión con los seres amados. Piensa que si aquel fuera vuestro último momento cómo te gustaría que fuera recordado…

“Si lloras por no ver el Sol, tus lágrimas no te dejarán ver las estrellas”. Ramindranat Tagore.

www.elviajerotriton.es

José Andrés.

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