Hoy dejamos Delhi para dirigirnos a Amritsar una bella ciudad muy cerca de la frontera con Pakistán. Cogemos el tren que nos llevará en unas 6 horas a nuestro destino. Vamos a vivir otra nueva experiencia que es viajar en tren en la India. Entre cientos de personas buscamos nuestra plataforma de embarque y nos acomodamos en nuestro coche que resulta mucho más confortable de lo esperado. El trayecto se pasa rápido entre comida, lectura y disfrutando de un hermoso atardecer.
La anécdota del viaje fue que bajamos en una de las estaciones a comprar algo de comida en un puesto ambulante y el tren se puso de repente en marcha y tuvimos que apurarnos junto con otros pasajeros para subir corriendo; entre el susto primero y la risa después.
Ver el entorno y el paisaje desde el tren te muestra esa India profunda que casi siempre impacta al viajero, y que es una experiencia única que agradezco haber tenido la suerte de disfrutar.
Llegamos ya de noche a nuestro destino y la ciudad nos recibe con una embriagadora luna llena. Nos marchamos directos a dormir porque mañana tenemos un largo día y queremos disfrutar de uno de nuestros destinos soñados aquí en la India después del Taj Mahal y que no nos va a defraudar para nada, el Golden Temple. Este es un templo de religión Singh, una variante del hinduismo con sus propias normas y hábitos a los que hay que acercarse con admiración y respeto. Tanto es así que decido ponerme el turbante original y que voy a llevar durante todo el día. Muchos me miran extrañados pero la mayoría creo que agradecen esta muestra de respeto a sus tradiciones. Después de descalzarnos y guardar nuestros zapatos nos dirigimos a la entrada para lavar y purificar los pies y entrar en esta maravilla de espacio que nos deja boquiabiertos nada más bajar las escaleras. La multitud después de hacer sus abluciones hombres y mujeres por separado, se dirige al edificio dorado principal para ver y ser bendecido por el Gurú. Cualquiera puede venir aquí y visitarlo, es por eso que tiene cuatro puertas de entrada, para que cualquier persona de cualquier religión pueda hacerlo. Como no podía ser de otra manera decidimos hacer las dos horas de cola entre la multitud y vivir la experiencia. El agobio de la multitud, el calor y el sol es sofocante pero vale y mucho la pena este momentazo.
Por la tarde nos dirigimos a Wagah, la frontera con Pakistán para ver la ceremonia del cambio de guardia. Un espectáculo que mezcla diversión y protocolo militar para el goce de todos los que asistimos quizá más de 10.000 personas, la mayoría indios y unos pocos turistas que nos unimos a la fiesta. Un militar hace de animador para alentar al público a chillar y aplaudir cada parte del acto en un claro intento de hacer más ruido que sus vecinos pakistaníes mucho más silenciosos en sus manifestaciones por razones obvias políticas y religiosas. Solo hay que ver que en esta parte las mujeres participan del desfile y las de allá las vemos relegadas en la parte alta y todas con el burka. Lo pasamos genial y mi chica vive su minuto de gloria indio. Y después del acto a la salida todo el mundo quiere hacerse fotos con nosotros, sobre todo con ella que es «educadamente acosada» por la mayoría de los chicos. Muy buen rollo y muy buena energía la verdad.
Y si el Golden Temple es espectacular durante el día, por la noche es, como dijo el torero en dos palabras, im … presionante. No os quedéis sin visitar este templo y esta hermosa ciudad cuando vengais a la India y elegir el tren para disfrutar del trayecto.
A la mañana siguiente bien temprano volvemos a Delhi con las imágenes de una ciudad que ha superado con creces lo que esperábamos de ella.
Y es así que creo que no hay que venir a ningún lugar a buscar nada pues será entonces cuando que encuentras. Buscar es tener un fin en la vida. Y la vida no tiene fin. La vida ya es vida y es infinita. Encontrar en cambio es ser libre, encontrar lo es todo. Todo está en el camino. Tu camino.