El recorrido desde el puente Hussein hasta Jerusalén se hace por una moderna autopista que cruza el monótono desierto solo alterado por algunas granjas de colonos judíos muy habituales aquí. El bus nos dejó ante la magnífica puerta de Damasco una de las entradas principales a la ciudad amurallada. El bullicio en las callejuelas nada más entrar te embarga y te deja absorto mirando los distintos puestos de comercios y comidas. Nosotros nos encaminamos hacia nuestro hotel dentro de la ciudad, el hotel Hasidim, excepcionalmente situado y era uno de los pocos alojamientos que hay dentro de las murallas. Las calles son empedradas de estilo románico y difíciles para arrastrar maletas pero eso no nos resulta un problema ya que nosotros viajamos con nuestra pequeña mochila a la espalda.

La ciudad se divide en cuatro barrios y 7 puertas de acceso. Las puertas más famosas son Damasco, Haffa que es la puerta de la Ciudadela, la puerta Dorada que da entrada al barrio musulmán, la puerta de Herodes y la puerta del León desde donde comienza la vía dolorosa desde donde empezó el Calvario de Cristo. La vía termina en el Santo Sepulcro, que visitamos por la tarde, que está situado en una antigua colina donde se encuentra la cueva donde Cristo fue enterrado. Aquí los templarios hicieron una iglesia que ha sido destruida y reconstruida numerosas veces en las guerras de religión. La piedra que cerraba la cueva y que fue donde lo embalsamaron se encuentra a la entrada de la iglesia y los fieles se arrodillan a besarla y a frotar objetos para recibir una supuesta bendición.
Una inmensa cola de más de una hora te llevará a una pequeña sala donde supuestamente fue enterrado Jesús, ante la rudeza de los bordes monjes que te impiden hacer fotos o demorarse en el avance del grupo. En la parte alta de la iglesia está el lugar donde dicen que estuvo la cruz donde lo crucificaron y donde los peregrinos manifiestan su devoción. Como curiosidad la gran cantidad de nigerianos que venían en peregrinaje a Tierra Santa y que coincidimos con ellos.
El Muro de las Lamentaciones se encuentra pegado a la zona musulmana y es el lugar de culto de los judíos por excelencia, y es que este trozo de pared es lo único que queda del Templo del Rey Salomón. Cuando llegaron las invasiones musulmanes no dejaron piedra sobre piedra y esto es lo poco que se conserva. Hay que decir que esto fué igual que lo que hicieron los cristianos, que aquí nadie era mejor que nadie, destruir la construcción y sobre todo los símbolos del enemigo según costumbre de la época. En el Muro los devotos golpean con sus manos las paredes y se lamentan de sus pecados y la costumbre es dejar escrito tus deseos en algún papel y colocarlo entre las grietas de las piedras de la pared. Tiene unos 70 metros de alto y lamentablemente está divido en dos sectores, uno para hombres y otro para mujeres, algo muy propio de sociedades machistas como la judía.





Los cuatro barrios son: el armenio, la parte ortodoxa procedente del imperio bizantino; el barrio judío, el barrio cristiano y el musulmán. Al barrio musulmán se accede desde la misma plaza del Muro de las Lamentaciones por una pasarela con una perspectiva preciosa del Domo de la Roca. Toda la ciudad está vigilada por cámaras y militarizada con jóvenes judíos armados hasta los dientes y hay que pasar numerosos controles a las entradas de los lugares más masificados pero el control ya es muy exagerado para entrar en el barrio musulmán a través de este puente. Hay que tener en cuenta además de la cola y de los controles que el horario para ver el barrio musulmán es de 7:30 a 11:00 de la mañana. Necesitas al menos dos horas para verlo tranquilo. Lo primero que te encuentras es la explanada de las mezquitas donde se encuentra la gran mezquita a la que no podrás acceder si no eres musulmán. Esta mezquita está construida sobre una antigua basílica en planta de cruz que fue destruida en una de las invasiones. Hay un inmenso estanque con una fuente para purificarse antes de subir arriba. Una escalinata te lleva al Domo de la Roca en una inmensa explanada, con sus característicos colores, azules en su base y dorado en su cúpula. Unas dibujos geométricos labrados en mosaico, pero sin dibujos humanos siguiendo la costumbre árabe. te llama la atención las numerosas giraldas y giraldillas que trajeron a nuestras tierras andaluces.
A mi modo de ver el encanto lo hace perder tantísima comercio y tienda de souvenir por toda la ciudad, vayas por donde vayas. Lo que si agradeces son los numerosos puestos de deliciosa comida. Nuestra favorita el falafel, una croqueta de garbanzos con ajo, cebolla y especias que está riquísima. Por unos 27 shekels, unos 6€ te comes un delicioso bocata con bebida incluida.
La visita a Belén te recomiendo que la hagas en bus local, además de más auténtico mucho más barato que el bus turístico y que el taxi. Nos cuesta unos 5€ el billete por persona y en turístico 70€ el más barato que encontramos. Pasamos la mañana visitando en primer lugar la Basílica de la Natividad, que dicen que está el portal donde nació Jesús. La basílica es de planta en cruz con la cúpula de madera. En el interior no se puede acceder a muchas áreas ya que la están restaurando. Lo más espectacular es la entrada y ya dentro, el pórtico del altar con un estilo bizantino y ortodoxo muy particular. Necesitas sobre una hora de cola para bajar al portal a través de unas escaleras por donde accede toda la multitud de devotos y visitantes que vamos llegando. En la gruta el supuesto lugar del nacimiento está representado en un agujero con muchas aspas, y la choza original ahora está cubierta por una bóveda que queda debajo de la basílica. Muy cerca de allí está la cueva ( The milk grotto) donde María cuidó y amamantó a su hijo, un lugar más tranquilo y sobre todo iluminado. Más tarde nos dirigimos a la Iglesia bizantina de San Nicolás donde se produjo la Anunciación del Ángel a María. Y no muy lejos está la Iglesia de los Pastores (The shepherds Church) el lugar donde el ángel preguntó a los pastores si conocían el paradero de María. Lo que se dice todo un chollo de reclamo para peregrinos y turistas, ya que cualquier sitio aquí lo consideran sagrado.
En la parte norte de la ciudad tuvimos ocasión de acercarnos al Muro de la Vergüenza, tal como lo conocen los palestinos, que se encuentran confinados al otro lado y no se les permite entrar en su propio territorio, ahora israelita. Numerosos graffitis a este lado del muro te ofrecen el testimonio de este vergonzoso muro que los tiene aislados. En algunas zonas menos transitadas y sin carreteras, el muro de separación es electrónico, y si algun palestino decidiera cruzarlo sonaría una alarma y desde los puestos de control tienen orden de disparar si siguieran camino a zona israeli, tal como nos comentaron los ciudadanos de esta “frontera”.
Al este de Jerusalén y en lo alto de la colina están las mejores vistas de la ciudad, las más conocidas y por supuesto el mejor sitio para ver el atardecer, me refiero a la colina del Monte de los Olivos. Cuando llegas en el bus lo primero que te sorprende desde el mirador son las vistas de la ciudad. Si miras hacia abajo en la pendiente que baja al valle está el cementerio musulmán que está lleno de tumbas . A la izquierda se encuentra el cementerio judío y a a la derecha el cementerio cristiano. Es sorprendente que estén los tres cementerios de las diferentes y enfrentadas religiones tan juntos y apiñados. Prácticamente no deben caber ya más tumbas aquí y es que para un devoto debe ser lo máximo el poder estar enterrado frente a la ciudad santa. Y es que cuentan los libros sagrados que todos los profetas de cualquier fé, decían que el día de la resurrección de los muertos empezaría en el Monte de los Olivos. Vamos es como coger sitio en primera fila para el día del juicio final.
Como ya no queda sitio en estos cementerios hay muchas tumbas extramuros de la ciudad sobre todo musulmanes que son mayoría en enterramientos frente a el barrio musulmán.
De vuelta a la ciudad empiezo un recorrido en la puerta este, la puerta del León para caminar a la Iglesia de la Flagelación que fue el comienzo del Calvario de Cristo. Importante tener en cuenta que todo cierra a las 6 de la tarde y que el día festivo es el Sábado, el Shabat y todo está cerrado. Desde la iglesia hay doce paradas señaladas con números romanos por donde fue Jesús cargado con la Cruz hasta llegar a la Iglesia del santo Sepulcro. Se llama la vía dolorosa y es un camino empedrado como toda la ciudad intramuros.
La llaman con razón la ciudad sagrada porque hay algo que te cautiva y embruja, vas caminando entusiasmado, sonriendo y todo te parece bello, perfecto y mágico.
El Mundo es un libro y quien no viaja solo lee una página.
José Andrés.