Bagan es una ciudad que te cautiva, te enamora y de la que no te quieres marchar. Para nosotros la suerte fue dejarla navegando aguas arriba por el río Irrawady y disfrutando de un bellísimo amanecer en el barco que nos llevaría a Mandalay.
Este inmenso río arrastra su enorme caudal desde el norte del país y viene crecido por las intensas lluvias de este año.
Esta es la mejor y más tranquila forma de viajar si quieres disfrutar viendo la vida pasar y admirando los hermosos paisajes a ambas orillas del rio.
Un auténtico placer para los sentidos y una gran ayuda para escribir estas líneas. Muchos de los que antes surcaron estas aguas y que les inspiraron a escribir bellos pasajes de la literatura mundial como a Rudyard Kipling quien se quedo a vivir enamorado de este país.
Como si estuviera planeado la hora de llegada a la ciudad de Mandalay coincide con el atardecer cuya magia me tiene prendado y no me canso de verlo uno y otro día. Parece que en este país el sol compite cada día para venir e irse de una forma más hermosa.
«Recuerda que, como el Sol, vuelves a nacer cada mañana. Lo que haces hoy es lo único y lo que realmente importa». Siddhartha.